Rakú.

La palabra Rakú procede de un ideograma grabado en un sello de oro ofrecido por Taiko (gran Maestro de la Ceremonia del Te) a Chojiro, coreano que se estableció en Kyoto en 1525 y que se supone fue el primero en desarrollar esta técnica
Su significado es amplio, engobando conceptos tales como alegría, felicidad, tranquilidad o diversión.
Artesanos como Koyetsu y Kenzan valoraron en el Rakú su rico potencial en textura, superficie y color; su práctico uso y relativa facilidad.Los boles para la Ceremonia del Te eran elaborados a mano,influenciados por la filosofía Budista Zen,en un consciente retorno al directo y primitivo tratamiento de la arcilla.
La introducción de ésta técnica oriental en occidente se realiza gracias a Bernard Leach, un ceramista que supo conjugar el espíritu de oriente y de occidente, haciendo de este encuentro un ideal humano " Preludio de una mejor sociedad humana".

Su "Manual del Ceramista" serviría, veinte años después, al norteamericano Paul Sodner como guía para elaboración de su propio horno y en el desarrollo de una sesión, tras decidir introducir la pieza al rojo vivo en hojarasca, dar comienzo a una de las variantes más fascinantes y extendidas de esta técnica, la reductora.

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Mi primer contacto con el Rakú llegó de la mano de Martí Royo. Desde la elaboración de la arcilla, las piezas y los vidriados, hasta la realización de un horno,siempre en jobial sintonía que impregnaba cada cocción y cada sesión
El Rakú supone para mí, apartarse de lo establecido. Experimentar, preguntarse y volver a experimentar.
El proceso de creación se vuelve más espontáneo e intuitivo.
La conexión entre el barro y el fuego se hace palpable.
El Rakú es el disfrute de la cerámica en todas sus dimensiones y en su estado más puro. Es rápido, vital. Sorprende y magnetiza.
Se rige por normas más flexibles que otras técnicas cerámicas, permitiendo a quien lo practica mayor implicación emotiva en su ejercicio.

Este horno fue construido expresamente para este método de cocción. Consta de un cilindro de plancha de hierro de 2 mm, revestido en su interior por fibra aislante térmica de 1260ºC que completa un espesor de 20 cm.

Dos barras laterales con sección en U permiten el movimiento en vertical del horno, gracias al cual se tiene acceso a la cámara interior. Dispone de un contrapeso para facilitar las maniobras de apertura y cierre de la estructura.

El suelo está constituido por ladrillos refractarios.

Dos toberas permiten alimentar el horno hasta con dos quemadores atmosféricos que utilizan una botella de propano cada uno, aunque por regla general sólo trabajo con uno ya que con el se alcanza facilmente los 900ºC en dos horas .

Las medidas interiores útiles son de 60 cm de diámetro y 60 cm de altura.
Utilizo gres chamotado en la elaboración de las piezas, ya que su resistencia física al choque térmico es considerable.
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Los vidriados tienen como base una frita boro-alcalina (90%) y Nefelina Sienita (10%),
Los óxidos colorantes son añadidos posteriormente. El blanco requiere un 10% de Oxido de Estaño (lo que conlleva un aumento de refractariedad que eleva su temperatura de fusión a los 950-1000ºC). El cobre permite adiciones de entre un 0,5% a un 3% segun la tonalidad que deseamos obtener.
La utilización de un 2-4% de Subnitrato de Bismuto creará iridiscencias en los vidriados.
La decoración la realizo con pincel o pistola.
La cocción es rápida y las piezas son extraidas del horno a los 950ºC para ser introducidas inmediatamente en recipientes que contienen diferentes materiales reductores (serrín, biruta, pinocha).
Una variante que he introducido en este clásico esquema de cocción es la posibilidad de favorecer el desarrollo de cobres con la entrada de una mezcla reductora en la última fase de cocción. Para ello disminuyo la entrada de aire primario y secundario cerrando roldanas y huecos de la tobera. La atmósfera del interior del horno se hace reductora, lo que se manifiesta por el olor y color del humo de combustión. Este proceso lo mantengo durante cinco minutos, para despues continuar el proceso normal
El Rakú no es una técnica predecible.
Las variantes que se plantean escapan en gran medida a cálculos exactos, y sólo la experiencia de muchas cocciones te acerca a la consecución de una idea previa.

No obstante, aun hoy, sigo sorprendiéndome de algunos de los resultados. Cuanto más cerca parece que estás de controlarlo, más te recuerda que sólo has comenzado a encontrar el camino.